Parece que no te das cuenta.
¿Están ciegos?

Solo tengo esa pregunta. ¿Estás ciega, o finges serlo?
Parece que no te percatas de como cada palabra es como una puñalada, directa al corazón.
¿autoestima?
Eso no existe desde que decidiste ser la destructora de mi burbuja.
"Baja de peso"
"Cada día estas más gorda"
"¿así quieres estar para la boda?"
Cada palabra duele, duele cada vez más. Las pronuncias a diario, incluso a veces no necesitas decirlas. Lo leo en tu mirada.

Yo tengo que fingir ser sorda, tengo que fingir que esas palabras no se quedan clavadas como molestas astillas. Hago como que la autoestima que intento reconstruir a diario, no siente tus palabras y sigue aumentando un milimetro cada día.
Pero la verdad es que cada noche que me convenzo a mi misma "Soy bonita, carajo. Claro que necesito trabajar en mi, pero soy de valor." Y al día siguiente, el minuto en que decides dar esa mirada de reprobación, o decides dar tu comentario, duele tanto que hago un esfuerzo por no llorar.

¿No te basta con recordarme lo mediocre que soy?
No. Necesitas destruir la casi nula autoestima que hay en mi, pero no puedo decir nada, ¿cierto?
No puedo si quiera darte una mirada de odio, porque en automático soy la mala del cuento.

No puedo odiarte, claro que no. No es lo correcto.
No puedo reclamarte. Nada. No puedo decirte lo fatal que me haces sentir.
¿Quieres saber porque me odio? Trata de ver todo lo que has hecho los últimos años, y te darás cuenta.
¿Quieres saber porque soy tan reservada? Abre los ojos y mira lo que me haz hecho.

Abre los ojos y mira todo lo que soy por tu culpa.